Vestir de negro era la manera de hacer público que se estaba de duelo por un ser querido.
Según el parentesco con el difunto, así era el tiempo estipulado para guardar luto por el familiar, no librándose de ello ni los más pequeños.
Pero no solo era vestir de negro. (Que ya era un suplicio sobre todo en verano con las medias). Los allegados al familiar debían apartarse de la vida social si no era para ir a la iglesia, salir lo imprescindible y nada de radio ni televisión, si la había.
Si no era suficiente dolor perder a tu ser querido, también había que encerrarse por lo mínimo tres años cuando era una madre la que había fallecido.
Hasta los años 70 más o menos, era tan riguroso lo de guardar el luto, que muchas mujeres vestían de negro toda su vida, por la sucesión de muertes en la familia. Era un asunto muy serio y un tormento moral para muchas.