Hoy soñé contigo.
Volvíamos a estar juntas de nuevo y a reír
como entonces. Con aquellas cosas nuestras de juventud que
rebosaba vida.
Cuando las dos opinábamos que el cariño no
solo lo da la sangre, sino el roce y las
vivencias del día a día uniendo penas y alegrías.
Recuerdo nuestros viajes en coche sin parar de
cantar.
Aquellas zarzuelas y habaneras cantadas a
coro. ¡Que bien sonaban!
Sabes que desde aquellos años no he vuelto a
cantar. Si alguna vez lo he intentado se me
hizo un nudo en la garganta recordándote. ¡Tenias una voz prodigiosa!
Recuerdas escuchar “Rio fornelio” sin saber
lo que decía.
Seguro que no has olvidado nuestro “particular
23 F”
cuatro en un hotel de Mérida, muertos de miedo y
dudando si continuar el viaje o no.
“El día de la fabada” en las Fallas de
Valencia, o lo de “Pedir Peras al Olmo” Y “la noche del Oporto” en Estoril. O
recordar “La cena de los siete curas” Estas y otras muchas, eran nuestras
palabras clave para reir y ser felices ¡Que jóvenes éramos!
¿Por qué la vida nos separo? No lo sé.
Siempre había pensado que sólo la muerte
separaba a los que se quieren. Quiero buscar explicación y no la encuentro.
¿O quizás si?
Fue esa época de juventud cuando no se sabe
valorar lo que tienes.
Ese no saber afrontar la situación que se
apodero de nosotras
fue
nuestro orgullo, o fue un brusco cambio en nuestra
manera de ver y sentir la vida.
Ahora me gustaría abrazarte de nuevo como
entonces
Con aquel abrazo de amigas que se quieren y
aprenden una de la otra.
Porque
tu también me enseñaste mucho de lo que se.
Hoy quiero que sepas que aunque no nos veamos
sigues siendo la mejor amiga que he tenido.
Te dejo este mensaje en este mar
cibernético, como si fuera dentro de una botella en el
inmenso océano,
esperando que un día sea descubierto por ti. Para
que sepas que te quiero igual que entonces.
Rafaela