miércoles, 25 de marzo de 2015

D. AMALIA Y VIAJE A HUELVA

Soy la segunda chica de la izquierda.
No podia dejar de poner esta entrada relacionada con la anterior.
Fue mi ultimo año de escuela.





Al jubilarse Dª Maria vino de maestra la hija de Dº Ricardo el maestro de los niños.
Se llamaba Dª Amalia y era muy joven. Llegaba con nuevas ideas de la enseñanza.
Puso la norma de llevar babis blancos, que tenían que estar impecables todos los días.
Una imagen que tengo en mi memoria es en los días de invierno una silla junto a la lumbre con los babis secándose para el día siguiente y a mi madre plancharlos por la mañana con aquella plancha de hierro que también se calentaba en el fuego.



Cuando llegó Dª Amalia se encontró con una escuela de niñas, que las de diez años solo sabíamos leer escribir y poco mas. Entonces se puso manos a la obra empezando casi de cero, hicimos caligrafía, sumas y rectas, como si no lo hubiéramos hecho nunca.Poco tiempo después estábamos haciendo problemas de quebrados o raíz cuadrada.
También era dura con los castigos, igual que su padre la vara era algo que dominaban bien. Pero creo que en dos años consiguió enseñarnos más de lo que habíamos aprendido hasta entonces.



En las tardes seguíamos con labores. Nos enseño a bordar en tul, un trabajo que era muy delicado y nada fácil. Lo conseguimos aprender unas cuantas, le hicimos dos mantillas españolas, una blanca y otra negra, aquella labor nos parecía interminable, pero una vez terminadas eran una preciosidad, que junto con otras muchas labores de toda la escuela hicimos una exposición que llamo la atención a todo el que pudo verla.



Recuerdo cuando nos dijo de hacer un viaje a Huelva pasando por Córdoba y Sevilla. Aquello a nuestros años era algo inalcanzable, primero para convencer a los padres, después que había que ganárselo con rifas teatrillos y hasta recogiendo niscalos para después venderlos. Lo del viaje no todos lo veían bien, al ser tan pequeños pues no tendríamos los 12 años. (Esto era en los años 60)
De alguna manera convencimos a los padres. Vendíamos con ilusión las rifas, atosigando un poco a nuestras madres que fueron las que mas nos compraban.
El viaje se hacia en autocar parando en Córdoba para ver la Mezquita y llegaríamos a dormir a Sevilla. Creo que serian días de feria pues recuerdo como nos quedamos sorprendidos, con ojos de niños que nunca habíamos visto tanta gente en corros, vestida de faralaes y bailando sevillanas. “Debieron de pasar años hasta que comprendí que Sevilla no solo era sevillanas y juerga” De aquel viaje no recuerdo haber visto la Giralda ni nada mas solo que esa noche dormimos en la Calle de la Sierpe. Nos fueron repartiendo en habitaciones y advirtiéndonos que nada de movernos ni de la cama. (Ellos eran los maestros y algunos jefes de La Garganta con sus mujeres, supongo que nos acostaron y se irían a cenar y a la feria) nosotros, cada habitación no conseguiría dormir de las emociones vividas, del ruido de la calle (a mi me parecía que en Sevilla no se dormía nunca) y también de pensar que al día siguiente estaríamos viendo el mar.
Llegamos a Punta del Sebo una playita que hoy ya no existe. Para nosotros era algo impresionante ver tanta agua y poder meternos dentro, pero el problema era que no teníamos bañador así que nos alquilamos unos (seria por horas no recuerdo muy bien como fue aquello) pero lo que nunca olvidare es la tela que nos sobraba a todas en la parte del pecho, eso fue un desfile de modelos de lo mas original, nos mirábamos unas a otras sin parar de reír y los chicos mas de lo mismo “allí sobraba tela o faltaba carne.”





Después del baño en el mar, nos llevaron al Monasterio de La Rábida. Esto fue lo que más me impresiono de aquel viaje. Ver la cuna del descubrimiento de América, las distintas dependencias que explicaban como fue el momento de la llegada de Colon al nuevo mundo. Ver la sala de las banderas de las distintas naciones, debajo de cada bandera había un cofre con la tierra del país visitado. No puedo decir porque recuerdo perfectamente este Monasterio. ¿Será porque no he vuelto nunca? Es raro que La Giralda y la Mezquita lo recuerdo siempre en otros viajes mucho tiempo después. (De aquella vez, se que estuvimos porque me lo cuenta mi prima Josefita) “Siempre hay cosas que se te quedan en la memoria y otras no.”





Después también nos llevaron a las bodegas Osborne en el Puerto de Santa Maria.
Los días que duro este viaje serian tres o cuatro. La vuelta a la Garganta se nos hizo bastante larga, el autocar se “cansaba” igual que nosotros y hubo que parar para que lo arreglaran. A nosotros al que no se le acabó la comida se le había estropeado con el calor, pero después de todo llegamos contentos de la experiencia vivida.
Seguro que no habrá ninguno de los de aquel viaje que no tenga un buen recuerdo del mismo.

viernes, 20 de marzo de 2015

RECUERDOS DE LA ESCUELA




Os dejo otra de las primeras entradas publicadas en el primer blog. Como veréis relacionada con la anterior por recuerdos de la niñez.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

 Besos y abrazos para todos.   

Soy la primera de la derecha agachada

Algo que siempre nos queda grabado de nuestra niñez son los recuerdos de la escuela.
Nos levantaban muy temprano, para ese momento ya estaba la buena lumbre en invierno y unas buenas migas con torreznos, las migas las terminábamos con un buen tazón de leche.
Para llegar a la escuela teníamos que hacer el recorrido andando entre eucaliptos, este camino lo andábamos todos los días desde Minas de San Serafín a La Garganta. Solo algún día de lluvias torrenciales llegábamos al arroyo, si el agua cubría el puente vuelta a casa tan contentos.
Hablo en plural porque iba con mi hermano, mi hermana y algunos niños más de la zona, a mitad del camino nos uníamos a otro grupito que venían de la estación de la Garganta. No se cuanto tardábamos pero creo que aunque íbamos repasando la lección o la tabla de multiplicar, nos entreteníamos mirando un pájaro, una mariposa o una lagartija, la caminata era larga.
La vuelta era jugando, a mi hermano le gustaba mucho el fútbol y si faltaban chicos nos ponían a mi hermana y a mi de porteras, algo que también le gustaba era subirse a los eucaliptos y tirarse con el paraguas abierto, decía que le servia de paracaídas pero nunca consiguió una bajada suave
y planeando como pensaba, solo conseguia llegar con algun golpe que trataria de ocultar para no tener que explicar como había sido. Y ahí estaba yo de sufridora pensando en la reprimenda
o algo mas, que se llevaría cuando llegásemos a casa, primero porque los partidos me parecían muy largos (será por lo que no me gusta el fútbol) otra cosa era que le regañaba mi padre por romper las botas que él nos hacia. (Mi hermano parecía brasileño, jugaba al fútbol hasta con una piedra y descalzo)
Como el horario de la escuela era mañana y tarde, había que llevar la taleguilla con la comida, mi madre nos preparaba un pucherillo, llegábamos a casa de Paca y Miguel Carmona y ella lo ponía en la lumbre y allí comíamos a medio día. Con que cariño recuerdo a esta mujer que cuando vivía nunca tuve tiempo de darle las gracias. También comíamos muchas veces donde mi tía Maria que vivían en el pueblo de abajo.

La escuela de las niñas estaba junto a la Iglesia, detrás estaba la de los chicos. La entrada era agradable a mi me lo pareció siempre, había una estufa de carbón, como llegábamos con frió del camino la sensación era acogedora. Otra cosa era cuando llegaba la hora de dar la lección, hacer el dictado o decir la tabla de multiplicar, la maestra estaba preparada con la varita y como es normal siempre había alguna que no teníamos los deberes bien hechos, aunque ese día no fuese a ti, pero lo pasabas mal de ver como le daba a la de turno.

La hora del recreo era siempre esperada con alegría, jugábamos según la época del año, la comba y el truque creo que era en invierno y ya en primavera que empezaba a calentar el sol se jugaba al juego de las chinas buscando algo de sombra sentadas en las escaleras de la Iglesia, recuerdo muchos mas juegos pero no todos se podían jugar en la puerta de la escuela, había unas piedras que no era graba, eran piedrecillas mucho mas gordas (seria para evitar el barro que se pudiera formar en la puerta)

Todas las tardes eran para labores, vainicas, bordados y sobre todo bolillos, a esa hora la escuela era un sonsonete de palillos, que no envidiaba a la plaza de Almagro cuando años después la he conocido. Si era el mes de Mayo se cantaban canciones a la virgen mientras hacíamos labores, otras veces leíamos, recuerdo esas tardes de invierno como muy relajadas, leyendo o escuchando leer. ¿Siempre me he preguntado que haría la maestra con tanto encaje de bolillo? pero creo que a mi me hizo una profesional de este arte, cuando han pasado los años y he tenido tiempo, me ha gustado recordarlo dando alguna clase y rápido me dijeron. ¿Tu has hecho muchos bolillos? (Siempre hay cosas buenas que recordar de las maestras).

Dª Maria era bastante mayor siempre vestida de negro y tenía sus pequeñas manías, todas las de mi escuela recordaran cuando se le olvidaba en su casa el Pañuelo de Seda. Siempre mandaba a dos a recogerlo. Decirle a mi hermana que os de el pañuelo de seda pero no se os ocurra abrirlo, que no me entere yo que abrís la cajita! (esta era una lata redonda con unas pinturas en la tapa a mi me parecía bonita, en aquel tiempo no había muchas cajas de esas) todas estuvimos mucho tiempo con la intriga, pero alguna, no se supo quien, sin temerle a la varita de olivo, le pudo la curiosidad y abrió la cajita y descubrió que el bonito Pañuelo de Seda era la dentadura postiza, toda la escuela nos fuimos enterando, pero ella creo que nunca supo que lo sabíamos. Que cosas, en aquellos años era mas vergonzoso llevar dentadura postiza que estar mellado.

domingo, 8 de marzo de 2015

MINAS DE SAN SERAFIN



Vuelvo a mis inicios de este mundo de blogger. Fue cuando empezaba cuando publiqué esta entrada, y fue así de esta manera como sin darme cuenta me fui dando a conocer, casi siempre hablando de los años de mi niñez.
Repetiré algunos de mis primeros relatos que tengo en el primer blog que hice.


              MINAS DE SAN SERAFIN 


 San Serafin, solo queda la enramada.




Mis padres de padrinos en la boda del tio Andres
Otro trocito de mis recuerdos esta en minas de San Serafín donde vivíamos, pues aunque en aquellos años los pastores casi todos vivian en chozos, mi padre fue un pastor privilegiado en ese sentido, aunque su trabajo era duro y sin descanso, a mis padres siempre se les veía felices. Mi padre llego a cuidar de 400 ovejas merinas y algunas cabras, Tenia tres perros de la raza Mastín Español, tuvo un zagal o dos, que le ayudaban en las tareas del rebaño, recuerdo uno de ellos, que luego la amistad que unió a las dos familias, fue muy fuerte y para siempre.

Os cuento una anécdota de este chico que no podía dejar de contar, ya que siempre que estaban juntos Miguel y mi padre la recordaban para reír un rato. Creo que el primer día que el chaval llegaba a trabajar, tendría doce o trece años, llego tan limpio y bien peinado (que mi padre que era muy guasón le dijo) ¡bueno, bueno, muy peinadito bienes tu para ser pastor! creo que el chico empezó a pasarse la mano por la cabeza hasta despeinarse pensando que así le podía gustar mas para su trabajo.

Me gustaba ir a esperar a mi padre a la puerta de la enramada para ver pasar las ovejas de una en una, cuando una vez le pregunte como podía contarlas a todas, me explico su pequeño truco. Llevaba en la mano una piedra o chinato por cada 25 ovejas hasta el total de las que tenia, y cada 25 que pasaban tiraba una piedrecita al suelo, cuando terminaban de pasar todas, no tenia que tener ninguna piedra en la mano. Así nunca se equivocaba.

Teníamos casa como todos los trabajadores de la empresa, estas eran grandes, con luz eléctrica y mucha leña la cual era fácil de encontrar por la zona, toda la que cada uno lograba acarrear para los días invierno y como no, también para verano era la única manera de poder guisar, por algo todas las casas tenían además del comedor con chimenea, una cocina pequeña fuera, para el verano.

Las viviendas en San Serafín no serian mas de seis u ocho, estaban construidas de dos en dos en la ladera del cerro, también estaba la enramada y los pozos de la antigua mina, con una torre alta donde estaba el nido de la pareja de cigüeñas que volvían cada año con su majestuoso vuelo y su peculiar forma de castañetear los picos para comunicarse, con su llegada anunciaban la primavera y allí permanecían junto con sus crías hasta el otoño que se marchaban para tierras mas calidas a pasar el invierno.

Se vivía bien, aunque trabajaban mucho. Mi madre se ocupaba de los animales que tenían la suerte de poder tener, estos eran, una yegua que crió una potrilla, gallinas, pavos que después vendían, cerdos para la matanza de cada año y un huerto siempre bien cuidado con verduras, hortalizas y frutas en verano, también en invierno las coles o repollos y coliflores. Pensando en todos los recursos de que disponían, además de la leche de las cabras, mas algo de caza como conejos o perdices. (Podemos darnos cuenta que no tenían problemas para alimentarnos)
Lo que siempre eche en falta fueron juguetes y cuentos o libros, de eso no pude disfrutar mucho, solo la Enciclopedia Álvarez de la época, que me la aprendí de memoria de lo que me gustaba leer. (Pero hoy comprendo que todo lo que costaba dinero era lo que no podían darnos). Cuando alguna vez iban al pueblo a comprar, nos traían naranjas, chocolate, algo de ropa y tela para algún vestido que también nos hacia mi madre.

Hubo muchas cosas que yo desconocía hasta que fui algo mayor. Una vez una vecina me mando a casa de otra a por el molinillo de café. Pues se conoce que allí solo había este, porque recuerdo estar siempre con el molinillo de casa en casa, lo único que había visto moler en mi casa era malta de cebada y para mi ese era el café que conocía, como siempre he sido muy curiosa abro la tapa y que veo, ¡dos cagarrutas de oveja! Me vuelvo a contárselo a la vecina, a decirle el descuido y que las iba a tirar. Esta se enfado mucho y me dijo que dejara eso allí. Fue cuando supe como era el café.
¿Supongo que habréis adivinado porque habia dejado los granos de café en el molinillo?