Ese día estaban solas las dos, y su pequeño hermano lloraba sin consuelo. Nunca antes le oyeron llorar de ese modo. Seria que hasta entonces siempre había estado con ellos la madre que los cuidaba a todos. El niño de ocho meses tenia hambre y hasta que faltó la mamá, solo había tomado pecho.
Que podemos hacer! se preguntaban una a la otra. La mayor que tenia trece años era la mas decidida y pronto vio la solución.
Pero! No puedes hacer eso, prefiero morirme de hambre. Gritaba la mas pequeña.
Mamá lo hacia cada vez que quería hacer un caldo, y pienso que es lo mejor que podemos hacer hasta que papá vuelva del pueblo.
Sin pensarlo dos veces echó a corres detrás de una gallina hasta darle alcance. Mientras en sus oídos retumbaba el llanto de su hermana por la pena que le producía pensar lo que estaba haciendo. Ella solo pensaba que tenia que hacer un caldo y dar de comer a su hermano.
Nunca digas eso no podría hacerlo. Solo pide que no te veas en la situación.
Rafaela.