domingo, 21 de enero de 2018

REINA DE LA NOCHE




Llegada la noche ella abre bien los ojos; 
se pone la mascara en los labios y sueña con ser grande.
Grande como la oscuridad que la envuelve 
entre sombras de asfalto, ofreciendo su encanto y 
asomándose al abismo 
que le acerca cada día más a una eterna soledad.
Atrás quedó aquel cuerpo atractivo que regaló
coqueteos y falsas sonrisas deshojando la vida. 
Sola y con la piel marchita, 
nada queda de aquella mujer fatal del reino de la noche. 



Rafaela. 

lunes, 8 de enero de 2018

EL ACORDEÓN



Tan solo escuchar la canción del Milagro de San Antonio, Y los recuerdos afloran a su niñez con una nitidez que le asombra sobremanera, porque lo que va a contar pasaba cuando ella tendría dos años, o quizás menos. Debía de estar en una habitación acostada y la despertó una música muy bonita y el ruido de mucha gente en algún lugar cercano.


Aunque la música era agradable de escuchar, aquella no era su cama, y por consiguiente tampoco su casa. Sentada en la cama lloraba desconsolada, hasta que alguien pasó a por ella, y cogiéndola en brazos la calmaba y la lleva a otra sala o comedor. Allí ve a su madre con una bonita acordeón entre sus manos que seguía tocando armoniosamente. Y a su alrededor, mucha gente bailando. Serian familiares y amigos que celebraban alguna fiesta. ¿O quizás fuese Nochebuena? A la niña todo el mundo la besaba y la llenaba de mimos, pasando de unos brazos a otros, para ellos seguir bailando al ritmo de la música.


Después de aquella fiesta no recuerda ninguna otra, pero con el tiempo sabe que sus padres tocaban el acordeón. Que su madre era una una verdadera artista con este instrumento armónico y que hacía vibrar a todo el que la escuchaba. Dicen que. “El acordeón no se toca con las manos, se toca con el corazón.” Y ella lo hacia así de bien.


Sabe que fue la madre la que enseñó al cabeza de familia, y que era una manera de  ganar unas pesetillas de la época, cuando les llamaban para alguna boda o algo que celebrar.
Seguro que todo esto sería hasta que el padre pudo tener un trabajo más o menos estable, además del impedimento que supondría no poder compatibilizar la tarea de ser madre de tres niños con aquellas fiestas nocturnas.  


Aquella acordeón la vio la niña alguna vez en casa, hasta que pasados unos años fue cambiada por una radio que toda la familia disfrutaba escuchando los discos dedicados, y sobretodo los niños de la casa, con la hora de Matilde Perico y Periquin.
También recuerda que sus padres escuchaban con el volumen muy bajito. Radio Andorra o La Pirenaica. Donde una voz muy peculiar de mujer repetía constantemente. Aquí, Radio Andorra.


Rafaela.