Llegada la noche ella abre bien los ojos;
se pone la mascara en los labios y sueña con ser grande.
Grande como la oscuridad que la envuelve
entre sombras de asfalto, ofreciendo su encanto y
asomándose al abismo
que le acerca cada día más a una eterna soledad.
Atrás quedó aquel cuerpo atractivo que regaló
coqueteos y falsas sonrisas deshojando la vida.
Sola y con la piel marchita,
nada queda de aquella mujer fatal del reino de la noche.
Rafaela.
Triste pero así, y sin vueltas atrás. La edad no perdona, lo que hay que saber, es asimilarla. Vamos, esto es lo que yo he entendido, con este bonito escrito que nos has dejado.
ResponderEliminarBesos tocaya.
Siempre hay que seguir viviendo noches.
ResponderEliminarBesitos
Todo por servir se acaba. Triste, pero así es.
ResponderEliminarBesos.
Algo quedará en aquella mujer fatal, o no tan fatal....¿quién sabe?
ResponderEliminarFeliz semana.
Aun marchita es bonita!.
ResponderEliminarUna feliz semana.
Precioso, Rafaela.
ResponderEliminarNo dejes de escribir, Rafaela, no o dejes.
ResponderEliminarMe gusta como lo haces. Un abrazo.
La edad no perdona pero somos nosotros los que si tenemos que perdonarla y hacer que cada etapa de la vida sea hermosa.Besicos
ResponderEliminarTendrá marchita la piel pero seguro que el corazón no. Muy buen poema Rafaela.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
me gusta como juegas con las palabras cuando escribes desde tu mente
ResponderEliminarabrazo
Hola Rafaela, triste relato nos dejas pero tan real como la vida misma, el tiempo pasa y no perdona a nadie, pero que siga pasando:)
ResponderEliminarBesos.