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A la derecha, la primera agachada soy yo. |
Este mundo blogero es mágico! Con el tiempo vas conociéndolo y aprendiendo a disfrutar de los relatos, historias o anécdotas de compañer@s que a la vez te traen a la mente recuerdos de tus propias vivencias que quizás teníamos olvidadas y al leer aquello en otro blog se enciende la lucecita y recuerdas tu propia experiencia.
El otro día nuestra amiga Jara del blog Tomando café. http://tomandocafe04.blogspot.com/2012/11/anecdota-literaria-categoria-infantil.html# nos ofrecía una entrada con una anécdota graciosísima recordando la manera tan distinta de entender la lectura en nuestros años de infancia, de cómo te hacías mil preguntas sin respuesta “atascándonos” en palabras o frases difíciles para nuestra edad y en unos años que nuestros maestros hablaban solo ellos y no valía preguntar ni rechistar.
Según disfrutaba de lo que ella había escrito recordaba mis años de escuela. Seria en unas vacaciones de Navidad, yo tendría los 6 o 7 años. Con muchos días por delante y con tiempo suficiente (nos dijo la maestra) para que al volver supiéramos recitar la poesía de un conocido poeta castellano Don Iñigo de Mendoza, Marques de Santillana. Estaba escrito en un folio y con una caligrafía antigua que me llamaba la atención y me gustaba aquel diseño, el único problema era que no había manera de entenderla.
De vez en cuando había en aquella poesía unas palabras mal escritas, cuando mas animada estaba con mi lectura en voz alta me encontraba que aquello que leía no tenia sentido. Moza tan fermosa… Fablando sin glosa… Por tierra fraguosa… ¿Como seria aquella moza y aquella tierra? Nada de nada, un día y otro, pasaron las vacaciones con mi preocupación de no entender aquella poesía que seria preciosa pero aquello de no estar segura de lo que decía me hizo revelarme, romper el folio y negarme a recitarla, diciendo que perdí el papel y asumiendo el castigo que me caería encima. Castigo si hubo, pero ninguna explicación del significado o algo relacionado con la preciosa Serranilla.
Pasados algunos años y mi tesón en querer saber, encontré la famosa Serranilla y pude aclarar todas las dudas que me quedaron
entonces.
LA VAQUERA DE LA FINOJOSA
Moza tan fermosa
non vi en la frontera,
com'una vaquera
de la Finojosa.
Faciendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vencido del sueño,
por tierra fraguosa
perdí la carrera,
do vi la vaquera
de la Finojosa.
En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera;
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa;
non tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dejara
en mi libertad.
Mas dije: «Donosa
-por saber quién era-,
¿dónde es la vaquera
de la Finojosa?»
Bien como riendo,
dijo: «Bien vengades,
que ya bien entiendo
lo que demandades;
non es deseosa
de amar, nin lo espera,
aquesa vaquera
de la Finojosa».
Rafaela.