Eres
pequeñita y blanca, de ese blanco intenso que solo sabe reflejar el sol de Andalucía.
Eres una Villa mas, entre las 17 que
forman la comarca del Valle de los Pedroches o “llano de las bellotas” según
los musulmanes.
Se que
existes desde el siglo XVI, que fuiste parada obligada en el antiguo Camino de Plata en su recorrido entre Córdoba y Toledo.
De ahí tu
antigua posada en la Casa de José Redondo
Te sientes orgullosa de la majestuosidad de tu
gran dehesa toda ella preñada de encinas centenarias que dan sustento a toda tu
ganadería, entre las que destaca el cordero y las grandes piaras de cerdo ibérico.
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Conquista y sierra de la Garganta. |
Siempre acompañada por la altiva mirada de tu vecina
La Morra, sierra de La Garganta, que aun perteneciendo a distinta provincia delimitada por el rió Guadalmez,
estuvisteis siempre unidas la una a la otra, por su gente, su trabajo y sus
fiestas, por eso también como buenas hermanas seguís compartiendo la belleza
panorámica que os rodea y la pureza del agua de su pantano.
Dicen todos los que te quieren, que eres
bonita y tranquila, que no eres pueblo de paso, que todo el que se acerca a ti es porque
quiere conocerte, y si vuelve es porque quedó prendado de la paz y sosiego que
se respira a tu lado.
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La Fuente |
También
me hablan de tus días calurosos de verano pero frescos en la noche, que invita
al trasnoche bajo la luz de las estrellas, derrochando tertulias amigas junto a
la antigua fuente al final de la calle que lleva su mismo nombre. -Calle la
fuente-.
Se que un
día, allá por el año 1948 me bautizaban en tu antigua Iglesia de Santa Ana, aunque la
que yo conociera,13 años mas tarde, fuera la nueva iglesia levantada sobre el solar del mismo templo y fue mi refugio al final de
cada tarde amparándome en rezos bajo sus muros. Si es cierto que la virgen
escucha, seguro que recordará mis oraciones, Ella escuchaba en silencio mis
continuas quejas por la vida que me toco vivir a tu lado, sin hacerme jamás
ningún reproche.
Recuerdo
tus patios frescos por el verdor de sus parras y macetas, oliendo a geranios y
claveles, como todo pueblo cordobés. Tus calles engalanadas con pequeños
altares adornados con flores y macetas el día del Corpus Cristi. El Domingo de
Ramos. Las procesiones de tu Semana Santa.
Me
cuentan que cada Mayo en la romería de San Gregorio se reúnen los paisanos
junto a una pequeña ermita para celebrar su día en los verdes y frondosos
prados que la rodean y, bajo la sombra de las encinas comparten comida y bailes
haciendo del día un hecho inolvidable.
Se que
celebras tu fiesta grande cada 26 de Julio en honor a tu patrona:
Santa Ana.
Supe de
tus candelas cada 2 de febrero en el día de la Candelaria.
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Estación antigua |
También recuerdo tu estación, con aquel ir y
venir de trenes. En principio con las maquinas de vapor y la electrica; luego, mas tarde el rápido
Automotor. Viajeros que se despedían ondeando al viento pañuelos, para luego
recoger alguna lagrima perdida después del duro momento de decir adiós a los
seres queridos.
Recuerdo tardes de domingo paseando entre sus vías queriendo
que pasara el tiempo lo más rápido posible y, en la mente la ilusión de un día
no muy lejano, poder subir a uno de esos trenes para viajar muy lejos donde los
recuerdos no dolieran tanto.
Y ese día
llegó, y marché a un mundo distinto y
desconocido para mí, y siguió siendo duro hasta acostumbrarme. Por algún tiempo
no supe decir si fue mejor o peor, pero si que aprendí a vivir de forma que tu recuerdo,
aunque sin llegar a olvidar, aquella pena quedara minimizada con el paso de los
años.
Me contaban que habías cambiado mucho, pero
cuando a la vuelta de los años volvimos a vernos, te encontré con la misma melancolía de antaño,
como si mi reloj del tiempo se hubiese detenido. Mis recuerdos se arremolinaban
de nuevo para volver a recordar lo vivido, no como te recuerdo desde lejos,
sino con sensaciones tan tristes y vivas, que no me parecía que hubiera transcurrido toda
una vida.
Cuando me
dicen mis paisanos cómo pasan junto a ti
sus días felices, siento no haber podido conocerte en distintas circunstancias
para poder valorar todo el encanto que me cuentan que tienes y que yo, no supe
apreciar. Fueron tan pocos los días felices que pasé en tus calles, que quizás
por eso mi añoranza no sea tanta.
Solo en
la distancia me gusta saber que estas ahí, que fuiste el pueblo donde mi madre
puso toda su ilusión con la casa de sus sueños -aunque su estancia en ella fuera
tan corta. La Conquista donde mi padre soñaba volver para terminar sus días a
la sombra de sus queridas encinas. Para también dejarnos antes de conseguir su
sueño.
Espero que algún día pueda pensar en ti de distinta forma, mirarte sin
recordar que me diste muy poco de esos días de luz y sol radiante que dicen todos que sueles
repartir con frecuencia.
Rafaela