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Un año tras otro, todo sigue igual bajo la
sombra de los cipreses. Ni una pequeña señal, nada que muestre lo que hay
después de aquel lugar tan fúnebre donde
seres queridos dejaron junto a ellos un pedacito de corazón. Ese lugar del que
ninguno vuelve para contar algo que tranquilice a los que quedaron añorando su
ausencia.
Grabado sobre
aquella gran losa que luce tan pulida como fría. Un nombre y una fecha
recordando que hay gente que les quiere y que su cariño será por siempre.
Algunas flores y una visita al año es todo lo
que necesitaron desde aquel adiós definitivo. Un pequeño acto de amor mientras
sigan en su memoria.
Que duro es
continuar la vida tan solo con su recuerdo.
Muy duro tener que acostumbrarse a vivir sin
su presencia.
El tiempo pasa y cura las heridas que fueron dejando
todos los que un día se marcharon. Cicatrices
superpuestas van formando un caparazón fuerte y resistente que termina por
cubrir la amargura sentida durante la primera fase del duelo.
Luego, el
silencio, la paz, la esperanza y el recuerdo acompañaran de por vida.
Rafaela.
Así es, Rafaela !!
ResponderEliminarTienes toda la razón. Verás, a mí me ocurre algo curioso con el ciprés: es un árbol que me gusta, me inspira, me siento a gusto observándolo. Además tengo dos plantados cerca del portal de mi casa; uno de ellos, casi lo toco con la mano desde mi ventana...como dijo Gloria Fuertes, "Yo no soy triste, lo que pasa es que todos me miráis con tristeza". Un beso, Rafaela.
ResponderEliminarTienes toda la razón! Sería insoportable vivir siempre con el dolor tan grande de los primeros días del duelo, afortunadamente el tiempo lo va curando, pero queda para siempre el recuerdo y el cariño bien anclados en el corazón. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Fafaela!!!
ResponderEliminarNos dejas un texto muy creado y recreado y apropiado para estas fechas.
Todos o, casi todos los recordamos a diario con una flores frescas, pero en estas fechas nos esmeramos en adornar un poco más esa casa tan fría donde no hay más que cenizas.
Es tradición y hay que seguirla, pero yo personalmente, pienso que mejor, una oración es mejor que una flor, pues ésta se marchita.
Te dejo mi gratitud por tu cercanía y mi estima.
Un abrazo y feliz semana.
Lección de vida para la que nunca estás preparada. Decir adios a los seres queridos. Y mantenerlos en el recuerdo, no necesariamente en un día señalado. Cicatrices inevitables con las que aprendemos a vivir.
ResponderEliminarBesos
Una entrada para estos días de visita obligada. El tiempo no cura las heridas, simplemente te acostumbras a ver la cicatriz, no esperas un día en concreto para recordar, tropiezas con los recuerdos por las esquinas, no duele la nostalgia. Duele la ausencia. Un abrazo
ResponderEliminarSiguen en nuestra memoria, en la del corazón, en la de la mente, y grabado su nombre en la piedra.
ResponderEliminarUn beso.
Luego, el silencio, la paz, la esperanza y el recuerdo, acompañaran de por vida.
ResponderEliminarNo hay nada más que decir, ya lo has dicho tú todo.
Un abrazo
Los cipreses crecen majestuosos en los cementerios y en en muchos claustros. Para mi es un árbol bellísimo que crece en sentido vertical.
ResponderEliminarEl recuerdo siempre queda aunque cada vez más velado el dolor. Es la única forma que tenemos de seguir viviendo sabiendo que estamos también en esa lista.
Un día ya no diremos "presente " y desde ya sabemos que el mundo seguirá su marcha sin nosotros, aunque siempre habrá alguien que nos recuerde.
Me ha gustado tu post, sereno y positivo.
Bss
Hola Rafaela, así es como tu muy bien dices esa sombra bajo los cipreses, esos guardianes que siempre están guardando ese trocito de corazón que dejamos allí cuando tuvimos que dejar a nuestros seres mas queridos, y que muchos solo se acuerdan de ellos cuando llegan estas fechas, su recuerdo siempre lo llevamos grabado en nuestro corazón, bonito lo que has escrito:)
ResponderEliminarBesos.
Es una entrada muy propia pero siempre digo en vida todo pero es verdad que ese dia se cubre de flores pero lo siento me parece falso para muchos bssss
ResponderEliminarY yo aún sigo siempre fiel a su recuerdo, no dejo de visitar ese lugar donde reposan los cuerpos, lo hago cada semana, quizás me mueve el pretexto de que tengo que regar lo que aún hay vivo en las plantas que allí dejo.
ResponderEliminarEllos saben que al marchar, los llevo en el pensamiento, forman parte de mi vida, no podría vivir sin ellos.
Te dejo un fuerte abrazo en el corazón.
Kasioles
Qué tristeza Rafaela, has removido mis entrañas que parecían en calma.
ResponderEliminarSólo me queda su recuerdo y la sensación de que están a mi lado.
Un beso.
Rafaela, nos dejas un profundo y sentido homenaje a nuestros seres queridos, que un día nos dejaron y sólo el tiempo nos ha permitido suavizar el dolor y continuar adelante con su recuerdo, siempre latente, amiga.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo inmenso por tu cercanía y buen hacer.
Feliz semana.
M.Jesús
Bueno triste, pero es ley de vida. Por cierto los cipreses desde tiempos muy lejanos es el árbol predominante y santo y seña de los cementerios, porque es un árbol muy resistente, ya que puede durar siglos, y no necesita de atenciones ni cuidados algunos. Vamos como los pobres muertos.
ResponderEliminarBesos.
Es muy triste ver cómo al pasar los años se van yendo demasiados seres queridos y todos perduran en nuestro recuerdo............pero hay que seguir viviendo hasta que también seamos un recuerdo para los que dejemos.Besicos
ResponderEliminarTu lo has dicho Rafaela. El tiempo atenua, pero la herida nunca cierra del todo. Besos.
ResponderEliminarHola Rafaela, he llegado hasta aquí gracia a Ester, de otro blog amigo, y aquí me quedo con tu permiso, visitándote. Vendré siempre que me sea posible.
ResponderEliminarEste texto es triste pero deja un mensaje esperanzador por la cura de las heridas con el paso del tiempo, tú misma lo has dicho, aprendemos a vivir con esa ausencia, se hace más llevadera a medida que el tiempo ponen distancia.
Un abrazo
Rosa
Yo no aprendo, amiga mía, cada día me duele más. El tiempo no lo cura todo, a veces lo acrecienta porque cada segundo los echo de menos a los dos, mis padres.
ResponderEliminarUn beso y tu cafelito.
Rafaela que entrada mas real, se muy bien de que hablas, hace tres años murio mi unico hermano, y ese adios infinito es una de las cosas mas duras de este mundo, sobre todo para mi madre que desde que el se fue a ella se le ha ido la vida, vive pero sin vivir. Mil besicos amiga
ResponderEliminarHola Rafaela, llegas al corazón con tu entrada, y en él se queda como una lucecita de esperanza. Siempre queda una herida, un dolor por los que no están con nosotros... y esa herida sólo se puede sedar un poquito con la fe, pero continua latente y siempre presente... el gran enigma de la muerte que a todos nos llaga el alma.
ResponderEliminarUn abrazo con mi cariño.
Rafaela, no tenia ni idea que te habías cambiado de blog. Hay recuerdo que siempre nos acompañaran en el camino de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como decimos es "Ley de vida", pero a medida que corre el tiempo esas leyes nos cuestan más de admitir, como tú dices dejan marcas difíciles de disimular...
ResponderEliminarsaludos
Marinela
Siempre dicen que es ley de vida pero aunque nos acostumbremos jamás dejaremos de pensar en los que se fueron, y que tanto quisimos. Una entrada llena de añoranza y ternura. Un beso amiga.
ResponderEliminarEn mi blog de regalos tienes un obsequio. Me encantaría que lo recogieses, Pero siempre con total libertad:
ResponderEliminarTe dejo el enlace:
http://katy-agradeciendoregalos.blogspot.com.es/2013/11/un-esplendido-regalo-del-gelido-tolya.html
Un abrazo
Muy cierto y muy triste lo que cuentas Rafaela......es muy triste ver cómo cada año parten personas queridas que ya no veremos más.Besicos
ResponderEliminarMuy apropiado escrito en recuerdo de los seres queridos que se han ido adelante.
ResponderEliminarAbrazos.