miércoles, 13 de noviembre de 2013

VIAJES CON MI MADRE



Esta es una entrada que tengo en el primer blog. Hoy me acordé de ella y la paso a este nuevo.

Aprovecho para mandaros a todos, besos y abrazos blogeros.
  
      
     



Pocos recuerdos tengo de mi madre, pero los pocos que tengo los guardo como si no hubiera pasado el tiempo.
Parece que fue ayer cuando ella me contaba que vine al mundo en Aldea de Cuenca(Córdoba)

 
Aldea de Cuenca era el pueblo donde mi madre nació.
Viviendo ellos en La Garganta, me contaba que se fue unos días con sus padres, Rafael y Antonia para que yo naciera allí. Pero cosas de aquellos años, hasta pasados dos días no me registraron en Conquista, y así consta en mi carné de identidad, ósea que figuran en realidad dos días menos y tampoco es real el pueblo donde nací. ¡Menos mal que no me cambiaron de provincia! Al menos los dos pueblos son de la provincia de Córdoba.

Después de aquel primer viaje de vuelta en mis primeros días de vida, hice algunos mas con mi madre a Aldea de Cuenca siempre que había que visitar a los abuelos.

 
El recorrido desde el punto de vista de hoy no era de muchos kilómetros, pero se tardaba día y medio en llegar. El viaje se hacia en aquellos trenes antiguos con los vagones y asientos de madera.
Montábamos en La Garganta, siguiente pueblo Conquista. El tren hacia su recorrido por el hermoso Valle de los Pedroches pasando por 10 estaciones más, hasta llegar a la gran estación de Peñarroya. A este pueblo siempre se llegaba de noche, tenia cantidad de vías por las que había que cruzar saltando entre el ruidoso trajín de la maquinas haciendo sus maniobras. No muy lejos de la estación dormíamos en una pensión, para continuar al día siguiente y pasando por otras tres o cuatro estaciones llegábamos a La Coronada, de este pueblo salía un autobús o viajera que nos llevaba a Granja de Torrehermosa y luego andando unos tres kilómetros hasta la Aldea.

No puedo recordar cuantas veces hicimos aquel viaje ella y yo. Si recuerdo con toda claridad como era el traqueteo del tren y el silbido de la maquina de vapor cuando iba llegando a las estaciones. Casi todas construidas en dos alturas, en la parte de abajo estaba la sala de espera y arriba la vivienda, algunas tenían macetas en las ventanas, o rosales en la puerta, en otras había una hilera de eucaliptos que se podían divisar desde lo lejos con un reloj grande colgado en la fachada y el jefe de estación recibiendo al tren con su banderín, para luego pasado un tiempo dar la salida haciendo sonar su silbato.

 
A mis pocos años ya sabía apreciar la belleza del paisaje según avanzaba el tren pasando encinares y suaves colinas, viendo las piaras de cerdos ibéricos por la dehesa corriendo asustados cuando la locomotora sonaba su portentoso silbato, que seguro seria intencionado por el maquinista para provocar tal alarma a los pobres cerdos. Recuerdo la forma de entretenerme intentando contar las encinas que se iban quedando atrás.
Los asientos de madera de aquellos trenes, oía decir que eran incómodos, pero de pequeña para nada notas esa incomodidad, solo se que me dormía encogida en el asiento y la cabeza encima de mi madre o en sus brazos cuando no había sitio libre.

 

En el tren se llevaba aquella cesta de mimbre con asa en el centro y dos tapas a ambos lados, con la tortilla, las morcillas, el queso y el pan para comer durante todo el viaje. (Y siempre algo para llevar a los abuelos) Era muy curioso como hacían amistad los viajeros charlando, y como a la hora de comer se ofrecían unos a otros de lo que llevaban, otras veces se prestaban la navaja, como fue el caso de mi madre una vez que se le olvidó. En aquel mismo viaje por la noche en la pensión que teníamos que dormir, mi madre pronto le buscó solución para partir una pequeña sandia con un golpe en el lavabo, asunto arreglado. Nada de quedarse sin comer sandia por no tener navaja.


De aquella pequeña Aldea no recuerdo mucho, solo la casa de los abuelos, tenía un comedor grande con habitaciones a los lados y al fondo la puerta que daba al patio, en el comedor a la derecha un fogón o chimenea, como si fuera un horno pequeño, que solo se le ponía paja prensada, para cocinar no estaba mal pero a la hora de calentar dejaba mucho que desear. Mi madre acostumbrada a las buenas lumbres de San Serafín, la oía quejarse de pasar frió en los días que estábamos allí si alguna vez fuimos en invierno.


     Rafaela.

26 comentarios:

  1. Ah, amiga Rafaela, hasta a mí me has llenado de nostalgia. Hay recuerdos que nunca se borran, como el croar de las ranas que me acunaba por las noches en nuestra casita de verano, para mí es el más bello de los sonidos.

    Un beso y tu cafelito.

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  2. Qué común era eso de cambiar datos en el registro civil de aquellos años.
    Sin duda esos viajes de tren los tienes bien guardados en la memoria y te traen bonitos recuerdos de tu madre.

    Un beso Rafaela, una entrada muy emotiva.

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  3. Resucitas mis recuerdos. Yo también viajaba en un tren de madera de vía estrecha con mi madre a visitar a mi abuela. Tras la lluvia, se acumulaba agua en los plafones de las luces que parecían peceras y cómo echo de menos el traqueteo de las ruedas en las vías. Hace tiempo lo convirtieron en un tranvía moderno, tiene encanto viajar, pero ha perdido aquel nostálgico sabor, aunque creo que al repetir la historia con mi hija, ella recordará ese tranvía como recuerdo yo al trenet como lo llamábamos por aquí.

    Besos.

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  4. Me has hecho recordar los viajes que hacía con mi familia para poder visitar a mis padres.
    No me importaba la distancia, no me importaban las horas que me separaban de ellos, sólo pensaba en la alegría de recibir sus besos y abrazos.
    Y también recuerdo el olor de esas tortillas, el chorizo etc, que los que compartían con nosotros el vagón, nos ofrecían con cariño, en aquél entonces, teniendo menos, se compartía más.
    Me ha parecido muy emotiva tu carta, ya sabes que yo siempre pienso que las madres son únicas.
    Abrazos y cariños.
    Kasioles

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  5. Que bonito, desgranas los recuerdos como si fueran páginas de un libro, nos llevas de viaje en tren, nos describes las vías, las casas y el paisaje. Me ha resultado muy agradable acompañarte en este recorrido. Un abrazo

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  6. Que recuerdos ¿verdad? yo no lo vivi, pero como esto no cambie no se si volvermos, espero que no.
    un detalle, la sandia, hoy creo que si no hay cuchillo, no hay sandia.
    SALUD

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  7. No te ha faltado más que relatar cómo se nos metía en los ojos la carbonilla de la máquina del tren. Los últimos recuerdos que tengo de esos trenes son de cuando hice la mili. Claro que eso sucedió cuando se inventó el tambor romano. Ha llovido desde entonces. Un abrazo desde mi mejana

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  8. Me ha encantado, Rafaela, es viajar en el tiempo con esa nostalgia que siempre nos acompaña.
    (Mis problemas con Facebook creo que se van a terminar porque si no sale bien esta vez ... se acabó)

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  9. ¡Hola, Rafaela!!!

    Que bito es recordar esos tiempos, volver la vista atrás y nos vemos tan cerca, que parece que lo palpamos de nuevo, son esos recuerdos que no se compran ni se venden, se guardan como una joya, en una caja preciosa que es la memoria.

    Ha sido un placer. Te dejo mi gratitud y mi estima.
    Un besito y se muy muy feliz.

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  10. Rafaela, me encantan esos viajes en tren mirando el paisaje, compartiendo con los vecinos y sintiendo la vida moverse ante nuestros ojos...Qué bien has guardado todos esos recuerdos, que son un tesoro en tu corazón.Tu madre sigue viva y te acompaña en tus letras, he podido sentir su sonrisa agradecida y acunar tu cabeza en su regazo...Muy bello, Rafaela.
    Mi felicitación y mi abrazo inmenso por compartir la vida, en eso estamos todos en este camino de letras.
    Feliz jueves, amiga.
    M.Jesús

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  11. Recuerdos infantiles, viajes en tren, anecdotas... me encanta echar la vista atrás y volver a vivir esos episodios felices.
    Por cierto, hacía mucho que no oía lo de la viajera. Así llamaban también en mi pueblo a los autobuses de linea. Ha sido un placer recordar contigo.

    Besos

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  12. Que bonitos recuerdos, y sin dudas siempre los guardarás.

    Besos tocaya.

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  13. Me ha encantado ese viaje-odisea a la Aldea, hay que ver lo que se tardaba en llegar. Yo también viajaba todos los veranos al pueblo de mi madre en uno de esos trenes que describes pero tardaba 12 horas en llegar y ya me parecía mucho tiempo así que al leer tu viaje me ha dejado sin palabras.......me encantaba viajar en tren.Besicos

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  14. Hola Rafaela, que recuerdos mas bonitos verdad?, y que tiempos en los que se compartía de todo en esos trenes, me has echo recordar también cuando con mis padres hacíamos esos viajes que parecían que no terminaban nunca, donde nosotros los niños disfrutábamos tanto y los mayores salían baldados:), gracias por traernos esos recuerdos.

    Besos.

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  15. Gracias por tus palabras Rafaela en mi blpog.
    Nos dejas con unos bonito recuerdos. Gracias por compartir.
    Bss y buen finde

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  16. Hay cosas que permanecen en nuestra memoria como grabada a fuego. Es imposible olvidarlas, afortunadamente.
    Cuánto bueno dice de usted una entrada como esta.
    Un saludo.

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  17. Como soy ratilla de ciudad, jejeje, mis recuerdo infantiles andan muy lejos de los trenes, los viajes y los silbidos de la máquina de vapor. Nuestras excursiones eran un poco más cortitas, algún que otro domingo (los sábados eran días laborables) a la Casa de Campo con la tortilla, los pimientos fritos y el vino con gaseosa. Un beso, Rafaela.

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  18. Gracias por compartir tan hermosos recuerdos.

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  19. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  20. Rafaela ¿te imaginas qué seríamos sin recuerdos? gracias a ellos hoy somos lo que somos, por lo que hemos vivido, por nuestras vivencias, por nuestros día a día.

    Gracias por compartir tus recuerdos.

    Un beso.

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  21. Que belo esse regresso ao tempo de infância e a felicidade que se sente no belo texto que escreveu! Parabéns pelos recuerdos (recordações).

    A encontrei em"Charo" e vim e gostei!

    Escrevo poesia (os7degraus)

    Maria Luísa

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  22. Rafaela, que cosas mas entrañables nos cuentas. Me has hecho recordar muchas cosas, esos trenes de asientos de madera que tardaban una eternidad aunque en nuestra niñez todo nos parecia una aventura.
    Cuando he leido que nacistes en Aldea de Cuenca no sabes lo que me he alegrado yo tenia una buena amiga allì se llamaba Paquita y era maestra, no sé si la recordorás, por desgracia ya no está con nosotros, pero mientras la conocí hablaba siempre con gran cariño de su pueblo. Gracias Rafaela por abrir tu corazón.
    Un fuerte abrazo amiga y paisana.

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  23. Precioso relato lleno de recuerdos que también he vivido.
    Esos trenes en los que se pasaban días enteros y se compartía la comida:))
    Ayer saqué una entrada de la estación nuestra cerrada desde 1984, está que da pena lo hago de vez en cuando pero no importa a nadie.
    Un beso.

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  24. Rafaela que preciosa entrada, como me ha gustado leerla, esos viajes con tu madre llenos de cariño , recuerdo esos trenes, y desde luego los has descrito perfectos, tal y como eran, me gustan esos pueblos que nos describes, y esas aldeas donde solo se respira paz y tranquilidad. Mil besicos amiga

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  25. Me ha encantado leer estos recuerdos tuyos Rafaela, me he metido dentro de ellos y los he vivido como si fueran míos. Es precioso. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.

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  26. Hermosa entrada me acuerda mucho a mi abuela. Soy muy fan de viajar con mi familia. Me hacen muy felices un día viajando por Madrid tomamos un taxi de la compañía de taxi Madrid aeropuerto http://www.taximadridaeropuerto.com/ y nos dimos un paseo por todos los centros emblemáticos de la ciudad. Aunque solo mi abuela hacia una escala la pasamos maravilloso. Hay que disfrutar los momentos en familia. BESOS!

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