Cementerio de La Almudena. Madrid. |
Muy cerca de allí estaba también el Tanatorio,
y en la sala 21 estaba él, de cuerpo presente acompañado por sus seres queridos.
Cada uno sintiendo la pena a su manera.
Como otras muchas cosas que se hacen por
tradición, tocaba acompañar a la viuda para darle el pésame por la perdida de
su ser querido.
A
nadie más conocían. Solo a la mujer y sus dos hijos que seguían comentando
anécdotas de toda una vida junto a su padre.
La
esposa solo hablaba del buen aspecto, que le parecía ver a su difunto esposo a pesar
de haber tenido una larga enfermedad. ¡Parece dormido! Que bueno ha sido para
mí. Como le echaré de menos. Enrique era bueno para todo el mundo, era
servicial para todo el que lo necesitaba y todos le querían. Mirad las coronas
que ha recibido de amigos y compañeros como muestras de cariño.
Un
pequeño revuelo denotaba que había llegado la hora de salir de la sala para
acompañar el coche del difunto en su último recorrido.
Llegaron
los primeros a la entrada del cementerio – Eso creyeron ellos- Una pequeña
capilla. Un sacerdote en la puerta decía un responso y las últimas palabras de
despedida a todos los coches fúnebres que se detenían como si tuvieran que
pagar un peaje de autopista en su último viaje.
¡Decimos
a dios a nuestra hermana Gerbasia… -Esta claro que este no es el coche- Será el
siguiente…
Tampoco
aquí se veía a la viuda de Enrique!
Dejando pasar algunos coches más, con un
intervalo de un cuarto de hora cada uno, deciden marcharse. Entendieron que habían
equivocado la que seria la ultima morada de Enrique.
Rafaela
Siempre son tristes los entierros.
ResponderEliminarNo podrán despedirse del difunto, son cosas que pasan.
Besos, buen finde Rafaela
Los entierros es verdad que son muy tristes y yo prefiero despedirme del difunto mientras tiene vida porque una vez muerto encuentro que ya no tiene sentido ya que no se entera, prefiero acompañar a la familia en su dolor y rezar por el difunto.Besicos
ResponderEliminarMe he perdido los chistes del tanatorio y ahora no se donde está el difunto. Soy un fracaso yendo a entierros, lo mismo no voy al mío.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Lo cierto que he ido a muy pocos entierros, pero siempre suelen ser tristes y más cuando son de nuestros próximos tan queridos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No me gusta ir a los entierros, como a nadie, claro, pero es que yo lo paso muy mal, siempre salgo llorando, aunque no tenga nada que ver conmigo la persona que se haya muerto, mi debilidad es algo que puede conmigo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Rafaela, también soy de las que si puedo escaquearme no voy a los entierros, me gusta recordar a la persona estando con vida ya que si no luego la primera imagen que me viene de ellos es esa que no queremos ninguno, no entiendo como hay personas que si les gusta ir, pero todo es respetable:), me gusto el relato aunque al final el muerto no aparece en su propio entierro:)
ResponderEliminarBesos.
Poco protagonismo el de Enrique que ni siquiera en su entierro lo quiso ser.
ResponderEliminarBuen relato Rafaela.
Un beso.
Hola Rafaela, veo que sigues teniendo el blog antiguo en tus favoritos, aunque le hayas añadido la dirección del nuevo te sigue saliendo el antiguo, tienes que eliminarlo y poner la dirección del nuevo para que puedas ver las nuevas actualizaciones del nuevo, perdona por el trastorno:), aquí te dejo de nuevo la dirección nueva:)
ResponderEliminarhttp://piruja56.blogspot.com.es/
Besos.
Me ha llamado la atencón una de las cualidas que destaca de él su mujer : era servicial para todo el que lo necesitaba
ResponderEliminarEso es muy frecuente en un cementerio tan grande como el de La Almudena.
Un abrazo
Puede que este relato sea una ficción,pero tan próxima a la realidad, sobre todo de los grandes cementerios. A veces el traslado desde el tanatorio o la capilla hasta el lugar de la inhumación resulta de gran confusión y puede pasar lo que a los conocidos de Enrique..
ResponderEliminarUn saludo.
Aunque no sea de mi agrado, suelo ir cuando he tenido alguna relación con el difunto y con su familia. Cuando me ha ocurrido a mí, me he sentido acompañado por los amigos. Saludos desde mi mejana
ResponderEliminarEs penoso que en estos trances, nunca agradables, se produzcan además esa despersonalización y confusión en los cementerios grandes, donde a veces "pierdes" al difunto y a sus familiares a los que pretendes acompañar.
ResponderEliminarBesos
El pobre tuvo que hacer "otro último vieje"...
ResponderEliminarGracias Rafaele por tus deseos;)
Buena semana.
Un beso
Hasta en esto de los entierros hay mucha hipocresía y falsedad.
ResponderEliminarBesos. Rafaela.
Triste pero real. Estuve un par de veces en el cementerio de la Almudena, y por trasiego que hay a veces si no conoces a gente no das con las personas que quieres acompañar. Yo suelo ir mejor a los tanatorios que al cementerio. Últimamente se lleva más la incineración.
ResponderEliminarTriste post el de hoy:
Bss
Y tan real, Rafaela. Y muy bien contado.
ResponderEliminarUn gran abrazo.