A ti pequeña princesa.
Que con gracioso andar de
muñeca,
como escapada de un cuadro
de Sorolla,
contemplas por primera vez
el mar infinito.
Pensativa y absorta en pensamientos,
quizás no sepas distinguir
la maravilla que tienes ante tus ojos.
Pero ahí estas tú, dando
pasitos cortos y seguros,
caminando por la orilla de
la vida,
absorbiendo todo lo que te
regala el horizonte
y sintiéndote siempre protegida y
guiada por todos los que te quieren.
Mirando con la luz
tierna de tu mirada,
aprenderás a explorar el
mundo,
reflejado en esos
ojitos trasparentes y avispados
de quien todo lo quiere aprender.
Rafaela