Si nos pidieran hablar de una época ideal de nuestra vida, seguro que todos retrocederíamos a nuestra niñez. Aquella etapa tan feliz junto a nuestros padres y hermanos.
Recordando nuestra sierra. |
En aquellas primaveras cuando los campos verdeaban como una alfombra, y las blancas margaritas
luchaban para sobresalir por encima de las distintas florecillas silvestres de todos
los colores, y entre ellas niños inventando juegos, recogiendo ramos de aquellas
florecillas o deslizándose ladera abajo
simulando una bajada en trineo.
La flor de la jara cubría el cerro que abrazaba toda la cima
con su gran manto blanco, arriba las grandes peñas donde se podía admirar la inmensidad y belleza que les
regalaba tanta naturaleza junta. Desde
allí se podía divisar aquel gran bosque de eucaliptos que terminaba donde
empezaban los hermosos pinares que se extendían hasta la sierra. Desde su atalaya imaginaban
como bajo los pinos corrían y saltaban en libertad los lobos, ciervos,
venados y jabalíes que abundaban por la zona.
Y mientras tanto la flor del eucalipto inundaba el aire con
aquel aroma que tanto me gustaba. Recordándolo, me parece aspirar su olor
intenso e inconfundible, sobretodo el olor fuerte y dulzón del eucalipto blanco. Parece que
estoy viendo las abejas revoloteando
alrededor de sus flores aprovechando su concentración de polen. Por algo la miel de la zona era tan especial.
Allá abajo, junto al arroyo los huertos empezaban la temporada
con los melocotoneros y demás árboles frutales en flor, era el tiempo del replanteo de verduras y
hortalizas. El huerto sin dudarlo era la alegría de los veranos, como la del invierno lo era el cerdo para la matanza.
Foto tomada del foro de La Garganta. Ciudad Real. Enviada el 13/06/2013 por efescobarb
Rafaela.
Recuerdo mi infancia, adolescencia y juventud con mucho cariño, fueron unos tiempos estupendos donde nunca faltaba el juego y la diversión con los amigos y había una educación y respeto por los demás que ya no existen. Añoro esos tiempos que lamentablemente ya no volverán.Besicos
ResponderEliminarLos recuerdos de la infancia abarcan lugares y a los padres y hermanos por eso son tan entrañables, también acuden prontos los recuerdos de la maternidad, cuando somos madres. Un abrazo
ResponderEliminarRafi, muy bonito, que bien lo relatas, por un momento parecia que estaba recorriendo aquellos parajes, con sus huertos, sus olores, aquellos melocotones de la ribera,..... ¡que recuerdos!. Rafi te felicito.
ResponderEliminarEstupendo blog.
ResponderEliminarBonita entrada.
Me gustan los aromas de los jarales.
Mi último artículo también habla de añoranzas.
Un abrazo
Los recuerdos surgen en cualquier momento, pero cuantos más años pasan ... más fuertes y entrañables son.
ResponderEliminarHola Rafaela, que razón tienes, si nos ponemos a recordar creo que los recuerdos mas bonitos son los de nuestra niñez, mas que nada por esa inocencia que antes se tenia y no le veíamos maldad a nada, yo me lo pase muy bien de niña, la miel que nos cuentas tenia que estar bien rica:)
ResponderEliminarBesos.
Hola, Rafaela. Una estupenda entrada. si, efectivamente, todos añoramos los buenos momentos, la infancia, los juegos, la despreocupación. Yo lo que recuerdo son los paisajes siempre verdes de mi querido país vasco, el olor a salitre, la niebla y el sirimire, pero sobre todo, lo que más añoro es a mi abuela y a ese entrañable olor a café con leche que había por toda casa.
ResponderEliminarHace tiempo que me he alejado de los blogs, pero me he prometido que este año iba a activar mi cajón secreto. De hecho, ya he publicado una entrada. Así que de ahora en adelante podremos comunicarnos tambien por este medio como lo hacíamos antes.
Un fuerte y cálido abrazo
Añoranzas, recuerdos de la niñez que atrás quedaron verdad ?
ResponderEliminarUn abrazo
A medida que avanzamos en edad echamos de menos a nuestros padres y nuestra infancia y nos gustaría volver a ella para encontrar lo que perdimos en su día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otra cosa no, pero el paisaje de nuestra infancia se puede calificar de bucólico, puro, limpio, salvaje. Con la suerte de que en pocos kilómetros teníamos la dehesa de encinas centenarias a un lado y el monte espeso e impenetrable al otro.
ResponderEliminarCualquier tiempo pasado y feliz, sea la infancia, la adolescencia, la de estudiante, nos producen ese sentimiento de nostalgia, de saudade de dirían nuestros vecinos portugueses, mezcla de pena y alegría por la añoranza de lo que ya no volveremos a tener.
ResponderEliminarPreciosos recuerdos de tu niñez. Gracias por compartirlos. Yo a decir verdad no puedo decir lo mismo. Mis vivencias son muy diferentes. No retrocedería ni un día de mi vida a ningún lugar. Vivo el hoy. Bss
ResponderEliminarEs cierto que casi siempre la niñez viene a nosotros con un halo de felicidad muy especial. Y así es como debiera ser en todos los casos ¿verdad?
ResponderEliminarSe nota los sentimientos tan intensos que te provoca esa añoranza, podemos sentirla contigo.
Besos
Ahora por desgracia ya no nos van quedando ni campos. Lo que no ha devorado el asfalto, lo devora el fuego, por culpa de cuatro miserables. Desde luego como los recuerdos de la niñez, no hay nada, salvo excepciones claro está.
ResponderEliminarBesos Rafaela.
Como comprendo tus letras, tu añoranza es tan grande como la mía, y cada palabra se me hace mía, es importante no olvidar nuestras raíces, yo también soy de Ciudad Real pero vivo en Madrid y voy siempre que puedo a empaparme de mis escarchas, mis nieblas, y como no el calor del verano que más de una vez me tortura (el calor lo aguanto malamente)
ResponderEliminarEncantada de volver a leerte. Un beso.