San Serafin, al fondo la enramada. |
Hoy quiero
recordar aquellas mañanas frías de invierno, donde nunca faltaba el calor de la
lumbre junto con el olor a pan tostado de las migas que preparabas con tanto
amor. Salid muchachos –Decías- salid a la calle y mirad la chimenea, veréis
volar las migas que volverán a caer de nuevo a la sartén sin que se pierda ni
una. Nosotros seguíamos el juego de salir y entrar, así nos entretenías riendo
hasta que llegaba el momento de dar buena cuenta de aquel suculento almuerzo,
que aunque repetido cada mañana siempre nos parecía delicioso.
Después
de aquel desayuno con las primeras luces del alba, sin temerle al hielo o
escarcha, salías hacia la enramada con el zurrón lleno de ilusiones, donde
además guardabas la pócima mágica para estar siempre feliz. Torreznillos en la
tartera, un trozo de pan y queso, la morcilla de la matanza y sin faltar la navaja y algún tomate con sal. Para la sed agua fresca que corre por los arroyos,
bajando desde la sierra o tal vez de algún pozo.
Por las
noches te recuerdo junto al calor del fuego haciendo preciosas labores en
cuero. Sin ser zapatero, sabias hacer botas, zahones y polainas. Tenías unas
manos maravillosas. Yo observaba con ojos de niña que admiraba lo que hacia su
padre tan meticulosamente, hasta conseguir aquel labrado sobre la piel. Cuanto
trabajo y cuanta paciencia. Y al final una obra de arte.
En principio fuiste pastor, pero un pastor
muy especial. Para ti no existía mejor contrato que la palabra dada con un
apretón de manos, ser legal fue tu mejor virtud, unida a esa humildad que te
caracterizaba. (Hoy me siento orgullosa de la gran herencia que me dejaste) Siempre con la
ilusión de aprender y prosperar aprendiste las “cuatro reglas” (como tú decías)
y un poco mas tarde, el carné para conducir camiones. Esta fue la profesión que
amaste hasta el final. Te sentías orgulloso de haber sido camionero, contento
de todo lo que te enseño el viajar. Aunque
esta profesión también fue muy dura, te permitió conseguir que nada faltara a
la gran familia que formaste y que tanto amabas.
La vida
te golpeo fuerte cuando mas te sonreía, quedando solo tan joven con cuatro
hijos sin su madre, el mundo se derrumbaba. Después tuviste nuevos tiempos para
volver a empezar y vivir días de intensa felicidad. Esos que ninguno de tus
hijos y nietos olvidará.
Tampoco
fueron buenos tus últimos cuatro años, de nuevo perdiste a tu compañera, la que
te ayudo a superar aquel primer trance tan doloroso de tu vida. Quedaste sumido
en una tristeza que esta vez pudo contigo.
El día de
las cruces fue siempre un día muy especial para todos nosotros. Habías nacido
este día hace ochenta y nueve años, y desde hace diez, también recuerdo con
tristeza cuando nos dejaste en este mismo mes de mayo.
Quiero
recordarte solo en los días felices, que los tristes pasasen de largo sin detenerse
demasiado tiempo. Eso es lo que quisiera.
Por un instante quisiera
volver a mis años de niña,
escuchar
tu voz como entonces
para llamarme Rubita.
Sentir
tus brazos subiéndome a lo alto,
por un instante quisiera.
Y poder decirte al oído.
Papa te quiero.
Tu hija, Rafaela.
Muy buenas palabras como siempre q escribres de esta gran persona y ser humano q fue nuestro gran padre gracias hermana x compartir con nosotros estos recuerdos un besazo
ResponderEliminarGracias, gracias porque al leerte nos hacemos mejor persona, siempre hay bondad en tus letras, la misma que se aprecia de tus ojos. Muy entrañable tu recuerdo con un final precioso, yo creo que lo está leyendo, una y otra vez porque el también te quiere. Un abrazo con cariño
ResponderEliminarEl reconocimiento de los valores de personas tan importantes para nosotros como nuestros padres es algo imprescindible. Enhorabuena por esta entrada tan entrañable. Saludos desde mi mejana
ResponderEliminarQué hermosos recuerdos, y qué historia tan triste. Siempre creí que nuestros padres, gente dura y trabajadora, supieron vivir la vida intensamente a pesar de los sinsabores, y nos dejaron esa gran herencia.
ResponderEliminarUn beso Rafaela.
Precioso Rafael! tus palabras de amor a un padre que te hizo sentir feliz en tu infancia con tanto amor que iba dando a los suyos.
ResponderEliminarAprender las cuatro reglas fueron fundamentales para dar la felicidad y lo necesario a su familia.
Que tu papá esté en paz y en donde esté se siente orgulloso de ti.
Un abrazo.
Bonito recuerdo a tu padrem seguro te sentiste muy cerca
ResponderEliminarbesos
que cosas tan bonitas escribes cuando te salen del corazon, me encanta, asi recordare a mi abuelo. precioso mama.
ResponderEliminarUna entrada muy emotiva, me ha gustado mucho ese recuerdo tan estupendo de tu padre.Besicos
ResponderEliminarRecuerdos que permanecen en tu corazón, porque tu padre sigue en ti, porque tu padre permanece no solo en el recuerdo del pensamiento sino en tu corazón.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Rafaela, me he emocionado al leer tu entrada, ya que como cuentas tuviste de padre a un ser muy especial, es por eso que le guardas tan bonito recuerdo y que como a muchos nos gustaría que todo volviese a cuando eramos niños y poder tenerles de nuevo junto a nosotros verdad?, gracias por compartir tan emotivos recuerdos.
ResponderEliminarBesos.
Tras más de 15 años de no tenerle conmigo, todavía no puedo mirar una fotografía suya sin morirme de dolor.
ResponderEliminarUn beso y tu cafelito, Rafaela.
También sigo añorando al mío después de casi cinco años... se les ache mucho en falta...seguro que tu padre ha sonreido hoy.
ResponderEliminarUn beso.
Rafaela, que precioso recuerdo de tu padre-madre, así les toca a veces a los hombres cuando falta la mujer, o a la mujer cuando faltó el padre, es muy duro, pero el cariño y el recuerdo van también en partida doble...
ResponderEliminarUn gran abrazo, querida
Eso es honrar a un padre. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un homenaje precioso, que desborda amor en cada palabra. Me ha encantado compartir estos recuerdos contigo: las migas para desayunar y la tartera con el almuerzo: torreznos, queso, morcilla... ¿sabes? la de mi padre contenía lo mismo.
ResponderEliminarUn abrazo grande Rafaela
Rafaela, que hermoso poema, te escribo con una emoción contenida y las lágrimas brotando de mis ojos, y nublando la vista.
ResponderEliminarbesos
Entrañable y emotiva entrada.
ResponderEliminarBesos.
Tan sólo decirte Rafaela que es precioso. Yo también echo mucho de menos al mío, el 24 de este mes hará ya 17 años. Un abrazo y buen fin de semana amiga.
ResponderEliminarNo me extraña que te sientas orgullosa, se ve que fue una persona sencilla dentro de un alma de gran caballero. Muy bonitas letras dedicadas a quien tanto te quiso siempre. Me ha gustado leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarRafi muy bonito, tu padre se sentiría orgulloso de su Rubia como tú bien dices, como lo estaba de todos sus hijos.
ResponderEliminarFelicidades eres una gran escritora.
Besos. Josefa Juidia
Un hermoso escrito a tu querido padre.Besicos
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