Después de tantos días sin decir nada, hoy vuelvo a publicar
otra entrada del primer blog. Tenia que traerla aquí, porque este pequeño
pueblo merece todo mi cariño. Aunque no sea el pueblo donde nací, junto a él,
he pasado toda mi vida.
Gracias a todos por pasar. Besos y abrazos.
La llegada a Madrid cuando la vida obligaba a emigrar no era fácil para nadie, aun más, cuando nunca antes has salido del pueblo.
Durante algún tiempo pude volver a Conquista, un día o dos al año, siempre para el día de Todos los Santos, era día señalado y obligado acudir al cementerio. Hasta que un día pensé que ya poco me ataba al pueblo y los viajes a él, se fueron distanciando cada vez más.
En la Capital llegue a echar de menos muchas cosas, pero sobretodo el contacto con la naturaleza, la paz y tranquilidad que se respira en el campo, al que tan acostumbrada estaba. Por todo esto, y también porque conocía mucho Cuenca, un día me encontré en Villar de Cañas, un pueblo de la mancha conquense.
Este pueblo con su gente sencilla, sus campos, que en nada se parecían a los que yo conocía, pero con el mismo sol y las mismas estrellas de noche. ¡Las mismas, que de pequeña había mirado tantas veces, las había vuelto a descubrir en esta tierra! Porque en Madrid, no se veía el cielo como se veía en el campo, tampoco se escuchaban las ranas, ni los grillos, ni te despertaba el canto del gallo al amanecer.
El reencuentro con estas pequeñas cosas, fue la consecuencia de que lleve 35 años, disfrutando de Casalonga, una urbanización joven, pero extensa en terreno que empezaba en los años 70. Aquí, junto con mi familia tengo los mejores recuerdos de mis años jóvenes, la mitad de mi vida la he pasado aquí (mis hijos aunque nacidos en Madrid, le llaman su pueblo)
De este pequeño pueblo habría mucho que contar sobre sus costumbres y fiestas, porque Villar de Cañas como todo pueblo tambien tiene su historia. Sus orígenes datan de 1480, tenía una gran posada medieval y una especie de venta donde descansaban los transeúntes y arrieros, existiendo cuadras para sus animales y contando con un gran pozo (existente aun en la plaza) a cuyo alrededor brotaban grandes cantidades de cañas dulces, siendo así conocida como la Villa de las Cañas.
El municipio se encuentra a unos 8 kilómetros de la autovía Madrid -Valencia, a camino entre la Serranía y la Mancha. El río Záncara afluente del Guadiana atraviesa su término municipal.
Aparte de una ermita del siglo XVII donde se venera la Virgen de la Cabeza, el monumento principal es la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, sobria construcción de inspiración renacentista,
La Iglesia tiene un Órgano de estilo neoclásico, fue construido hacia 1760 por Julián de la Orden maestro organero conquense que posteriormente construyó también los dos órganos que hay en la Catedral de Cuenca.
Rafaela.
Pues si mi querida amiga, nada como un pueblo para vivir, tu misma lo has dicho para ver las estrellas, y para que te despierte un gallo todo esto no se puede comprar en la ciudad por que no tiene precio. Mil besicos cielo
ResponderEliminarLa serranía de Cuenca es una preciosidad, tiene la característica de que está preciosa en cualquier fecha del año, no conozco "tu" pueblo pero si otros cercanos. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola Rafaela!
ResponderEliminarnos dejas un lindísima entrada debe ser preciosa según las fotos. Nada mejor que la tranquilidad de un rincón así tranquilo y especial como ese para unas vacaciones.
Gracias por compartirlo con nosotros.
Un beso y feliz semana.
Debe ser un pueblo encantador. He estado en bastantes pueblos de Cuenca, pero este no lo conozco.
ResponderEliminarBesos tocaya.
Qué bonito debe ser vivir en un lugar así.
ResponderEliminarBesos
Es cierto, Rafaela, en Madrid no se ven las estrellas tan bien como en los cielos despejados de los pueblos, las noches son mas oscuras y los grillos y las ranas acompañan las silencios de la noche...
ResponderEliminarUn abrazo, desde Caracas
Estos pueblines en los que nos hemos criado siempre van en el apartado de la emoción dentro de nuestros bolsillos de vida.
ResponderEliminarSi, las ranas, las estrellas, las charlas de las hojas en los árboles parecen abocadas a la extinción. Por eso yo doy gracias de haber nacido en esa época donde todavía el ser humano era algo más humano.
Besos Rafaela.
Rafaela, me encanta lo que cuentas, amiga...Ese pueblo es una preciosidad a juzgar por tus letras y tus fotos. También yo viví en mi pueblo manchego mis primeros años y sigo volviendo a él...La naturaleza la llevamos grabada en el alma y la necesitamos siempre, aunque aquí en La Dehesa del Príncipe también estoy cerca de ella y puedo ver el cielo por la noche...
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo grande por estos recuerdos de vida.
M.Jesús
Me encanta vivir en pueblo cómo a tí aunque teniendo cerca la capital, yo vivo en un delicioso pueblo riojano a 10 kilómetros de Logroño desde hace 12 años y estoy encantada, también le digo mi pueblo aunque no nací aquí ya que soy de Logroño. A lo largo de mi vida me he visto obligada a vivir en diferentes sitios y de todos ellos guardo gratos recuerdos. Este pueblo donde vivo ahora es el único que he elegido voluntariamente para vivir y seguro que ya es el definitivo.Besicos
ResponderEliminarYo que me he convertido en un urbanita nato, comprendo muy bien esa sensación, que recuerdo cuando de niño pasaba algunos días en pueblo pequeño de Castilla, donde tuve familia. Recuerdo el silencio de la nocho, el canto del gallo y el olor. Los pueblos huelen, olían, de un modo especial. Supongo que este artículo que tantos recuerdos le traen fue escrito antes de que la "mala" suerte, o quizás no lo sea, quién sabe, llevara allí proyectos tan polémicos. Ya sabe a qué me refiero.
ResponderEliminarComo siempre, amiga, Rafaela, pasar por aquí, es encontrar un poquito de la frescura de las cosas naturales.
Un abrazo.
Nunca se sabe si es mala suerte o no, pero es lo que nos ha tocado aquí y no hay quien lo pare, por eso también un día escribí algo sobre esos cambios que imagino habrá en este pueblo.http://juidiabadia.blogspot.com.es/2015/01/villar-de-canas.html
EliminarNo lo conocía. Hay muchísimos pueblos en España y la mayoría son muy bonitos y no sabemos de ellos. Un abrazo.
ResponderEliminarLa vida tranquila que se vive en esos pequeños pueblos es un alegría.El cielo Rafaela aunque es el mismo en todos sitios, es muy diferente. Las grandes ciudades no nos dejan verlo.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha encantado ese pueblo que abrió sus brazos para acogerte. Precioso Rafaela. Un abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
ResponderEliminarBueno Rafaela, no me extraña que te sintieras atraído por un pueblo lleno de luz y color de la naturaleza sin alteraciones de ninguna clase.
ResponderEliminarQué bien hablas del tiempo que allí vives, y de cómo esa gente sencilla se ha convertido en tu familia del día a día, y como la sencillez y calidez de sus gentes han hecho de ti una vecina más sin echar de menos nada de la capital. Me ha gustado mucho leerte. Un beso.
Hola Rafaela, muchas veces aunque vivimos en un sitio diferente al que hemos nacido, sentimos que pertenecemos mas a este que al de origen, y desde luego en la capital no se escuchan las ranas ni el gallo, aquí lo único es el ruido del trafico y por las mañanas en vez de ser el gallo el que nos despierta es el camión de la basura:), ese es nuestro gallo en la ciudad, por eso si que vale la pena donde vives ya que puedes disfrutar de la naturaleza y todo lo que ella nos ofrece, yo me acuerdo mucho de mi pueblo:)
ResponderEliminarBesos.