Como se acerca el Domingo de ramos, hoy voy a repetir aquella entrada que escribía un 30 de marzo, justo hoy hace cinco años.
En ella recordaba aquellos años del pueblo.
Aquella muchacha soñaba que llegara la hora de la procesión. Al día siguiente era el Domingo de Ramos y Conquista se preparaba para vivir el inicio de La Semana Santa.
En ella recordaba aquellos años del pueblo.
Aquella muchacha soñaba que llegara la hora de la procesión. Al día siguiente era el Domingo de Ramos y Conquista se preparaba para vivir el inicio de La Semana Santa.
Ese domingo era costumbre de estrenar algo que algunas veces podía ser vestido nuevo (Luego serviría para fiestas muy señaladas. Entre otras la del Corpus Christi o la fiesta de Santa Ana el 26 de Julio.) Pero aquel año la joven tenia que conformarse con el mismo que venia usando una y otra vez cada domingo.
El vestido negro ya estaba preparado, lavado y planchado, las medias también negras (Nada tenían que ver con las de la época Ye-Ye, que se estaba viviendo en aquellos años. Ya le hubiera gustado a ella…)
Un día de fiesta en el pueblo era esperado con impaciencia, siempre era un motivo para salir de la rutina. Las calles se llenaban de gente que acudían de los cortijos cercanos vistiendo los mejores atuendos de que disponían, quizás guardados para lucir en un día tan señalado como era el Domingo de Ramos.
El sábado día anterior al evento, trascurría más o menos feliz. Un grupo de chicos y chicas jugando en mitad de la calle justo enfrente de la casa, unos jugaban al fútbol, otros a la comba, sin problemas de coches ni de espacio. De lo único que había que estar pendiente, era de escuchar el ruido potente de una moto (era una Yamaha) la moto de su padre se oía desde lejos, daba tiempo de entrar en la casa y disimular que los juegos de la calle tenían algo que ver con ella.
Aquel día no hubo que correr por escuchar la moto, la fatalidad quiso que un mal paso terminara en la torcedura de un tobillo y además con la mañana de juegos de aquella pobre chica. No es que un medico diagnosticara si se trataba de un esguince o rotura (entre otras cosas porque nadie se enteró de nada, no podia decir que estaba jugando en la calle) Había que aguantar aquel dolor intenso al intentar apoyar el pie en el suelo que solo se calmaba un poco poniéndolo en alto. Sin ningún tipo de calmante paso la noche pensando en el milagro de que al día siguiente todo hubiera desaparecido.
La mañana del domingo amaneció de un sol radiante, las campanas de la Iglesia daban el último toque para la misa. Ella, por mas que lo intentaba no podía ponerse de pie sin sentir esa sensación de hinchazón y desgarro que le subía por la pierna.
Como siempre las amigas pasaron a verla, pero al igual que tantas veces quedo de nuevo sola, mirando por aquellas ventanas que le servían de contacto con el exterior.
Desde su mirador vio pasar la procesión de las Palmas. Las niñas con sus vestidos y zapatos nuevos, con su ramita de palma o de olivo en la mano, cantando canciones acompasadas por la banda de música. Todo el mundo ajeno a la pena y el gran desconsuelo que sentía ella, al ver frustrado su día de fiesta.
Que difícil es poder imaginar el dolor de su alma. ¿Porque tenia que ser tan cruel la vida con ella? El pie dolía, pero más grande era el dolor de no poder estar entre las amigas cantando el “Hosanna en el Cielo” ¡Había esperado con tanta ilusión ese domingo!
No fue solo la Semana Santa sin poder salir, hubo muchas más semanas como aquella, con el dolor y la incertidumbre de saber si algún día volvería a ponerse unos zapatos y poder caminar normalmente.
Por suerte como el tiempo cura todos los males, su pie quedo como nuevo sin más medicina que esa, la del paso del tiempo.
Rafaela.
Pues que pena, tanta ilusión y luego la decepción. Con lo importante que es el Domingo de Ramos con su procesión y las palmas. Un abrazo Rafaela
ResponderEliminarRafaela, el dolor debió ser horrible.
ResponderEliminarNo pudo ser aquel año, por fuerza mayor. Por suerte habrían otros años.
Besos 🌹
Rafaela, sé lo que es el dolor del esguince, porque he tenido algunos...Ahora, mientras te leo, me duele lo que sufrió aquella chica, sin un calmante, ni una venda que la consolara...No obstante, espero que hayas vivido otros Domingos de Ramos más felices para recordar, amiga.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz fin de semana.
He tenido varios esguinces(uno de ellos grave) y el dolor es muy intenso. Me ocurrió algo parecido en el trabajo después de conseguir un permiso para ir con mis padres y hermano a conocer por primera vez el pueblo de mi padre que me hacía muchísima ilusión.ya lo contaré del todo alguna vez en mi blog.Besicos
ResponderEliminarLas ilusiones pueden venir al agua en un momento dato, no he tenido nunca ningún esguince pero me imagino el dolor que se puede sentir.
ResponderEliminarYo tengo buenos recuerdos del Domingo de Ramos.
Un abrazo.
Pobre chica, que mal lo debió pasar. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarun abrazo Rafaela. Que pena y que sufrimiento para la pobre chica.
ResponderEliminarsaludos
Un doble sufrimiento, el del alma por no poder celebrar el Domingo de Ramos y el físico por el dolor. Menos mal que otros Domingos de Ramos hubo después y lo del pie tuvo cura natural. Son los recuerdos amargos del pasado. Todo lo bueno y lo malo deja huella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dios mio, q mal lo paso esa chica, que me da el corazon es una gran persona, seguro que ahora la vida no se porta tan mal con ella, Mil besicos cielo
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