martes, 8 de octubre de 2013

EL CAPOTE DEL PASTOR






 Por el camino el agua hacia grandes regueros deslizándose monte abajo con la alegría de sentirse liberada de la nube que la tuvo agarrada hasta aquel momento.
 ¿Por qué no podría venir su padre a comer a casa ese día? Se preguntaba mientras salteaba los charcos seguida de su perrita Muñeca que la imitaba en todo lo que hacia.  Aunque las botas de agua y el largo capote le resguardarían de pillar una pulmonía, no era un buen día para comer en el campo. No paraba de llover y a nadie se encontraría en el camino, solo la compañía de su perrita la hacia sentirse fuerte. Otras veces sentía miedo, cuando a través de la intensa lluvia, confundía las zarzas del camino y alguna que otra encina con fantasmas que la observaban esperando el momento de poder atraparla y cortarle el paso de un zarpazo, pero mas bien era ella la que podía asustar a quien se cruzara en su camino, parecía un pequeño zombi tambaleándose entre aquel barrizal.

A ambos lados del sendero se veía pasto seco o barbecho, era señal inequívoca de que comenzaba el otoño.
 Al pasar junto a la era, todavía quedaban algunas señales de la actividad del pasado verano, el viejo carro, la maquina de ablentar, el trillo, todo era quietud y silencio, esperando ser guardado hasta la próxima temporada. Una pareja de mulos se resguardaba junto al almiar de paja formado con los restos de  la ya, recolectada cosecha, era la única señal de vida que se encontró en el recorrido. Este lo había hecho en otras muchas ocasiones con días de sol, parándose a recoger  florerillas silvestres, observando el vuelo del águila o cogiendo moras de las zarzas y engarzándolas en un junco para lucirlo como collar, pero nunca lo había hecho sola, siempre tenía a su lado la inseparable compañía de su hermana. ¿Qué le pasaría aquel día que no podía acompañarla? Sin ella, le parecía todo tan triste.

  El agua caía fuerte, formando una gran cortina que le impedía ver con claridad a lo lejos, tan solo podía divisar algo, unos cuantos pasos por delante de ella. 

Imagen de Ketari
Siguió caminando, intentando no perder la vereda, y pronto se encontró bajando una pequeña pendiente y al final de esta, varias encinas y debajo de ellas muchas ovejas todas muy unidas y arremolinadas sin levantar las cabezas rumiando lo comido. Al mismo tiempo oyó el ladrido de los Mastines alertados por aquel pequeño bulto que se movía con dificultad dirigiéndose hacia ellos. En ese instante sintió latir su corazón mas deprisa, y notó que todo a su alrededor se había iluminado ante sus ojos aunque no hubiera  parado de llover, se sentía a  salvo, ya no le importaba el diluvio que estaba cayendo, siguió con paso ligero hasta encontrarse con una pequeña hoguera que chisporroteaba dentro de la choza imprivisada con algunas ramas entre los matojos y cubierta por un gran capote de pastor. Allí dentro se estaba bien, la pequeña sentía toda la protección que necesitaba. Fuera seguía el chapoteo del agua que resbalaba hacia ambos lados del pequeño refugio. Las judías del pucherillo le sabían a gloria junto al calor de su perrita Muñeca y el cariño de su padre. 


     Rafaela              

16 comentarios:

  1. Muy bonita esta historia que nos has dejado.
    Todo mal momento termina por un buen puchero de judías y una buena compañía que, así que la perrita que no la dejaba.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Nada como llegar a casa. Bonita historia de una niña valiente. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Hermosa historia Rafaela , y que bien contada , besos

    ResponderEliminar
  4. Nada como el hogar, por muy humilde que éste sea.
    Bonito relato.
    Un beso Rafaela.

    ResponderEliminar
  5. La seguridad del hogar y los tuyos acompañándote no se cambia por nada. Una tierna historia,

    ResponderEliminar
  6. Una historia preciosa y llena de ternura en su final. Me encantan tus relatos.Besicos

    ResponderEliminar
  7. Hola Rafaela, he ido leyendo el relato con el sonido del vídeo al mismo tiempo y ha sido muy grato, ya que al estar escuchando los truenos y la lluvia te pone mas en la situación de la niña, me ha gustado mucho y muy acertado el vídeo, felicidades.

    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Qué seguridad da al niño la protección del padre. Ya lo creo que sí.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Rafaela, tu historia entrañable y cercana me ha resultado muy familiar...Me ha recordado aquella niña inolvidable, que todos hemos visto con nuestros hijos en televisión: Heidi, si la he visto en tu historia corriendo entre charcos hasta llegar a la cabaña del abuelo, donde arde el fuego y por fin se siente protegida...Me ha encantado, amiga. El video y la ambientación es muy buena...Lograste emocionarnos.
    Mi felicitación y mi abrazo grande por tu buen hacer.
    Feliz tarde noche.
    M.Jesús

    ResponderEliminar
  10. Una historia que parece casi casi biográfica. Está llena de pequeños detalles que no pasan desapercibidos. El tema de la seguridad es tan importante a cualquier edad, cuando se es niñ@ aún más.
    Bss

    ResponderEliminar
  11. Un relato muy descriptivo, sencillo y que nos transporta a unos escenarios (ayudado del vídeo, como dice Piruja) bucólicos y llenos de incertidumbre. Con un final feliz, como los que a mí me gustan. Un beso, Rafaela.

    ResponderEliminar
  12. Un final feliz para una aventura infantil que podría haber tenido una mal fin sin la lluvia hubiese sido torrencial, como en algunos otros lugares. Un saludo desde mi mejana

    ResponderEliminar
  13. Como siempre, tus palabras me meten de lleno en la escena que nos cuentas y hoy con el vídeo aún más. La lluvia, el campo, la niña bajo el capote, el miedo y por fin, la sensación de seguridad al llegar junto a su padre. Muy bonito Rafaela.

    Besos

    ResponderEliminar
  14. Me ha encantado empaparme de tus palabras, Rafaela.
    ¡Un besazo!

    ResponderEliminar
  15. ¡Hola, Faraela!!!

    Nos dejas un precioso y terno relato: parece real, yo misma he pasado por algo muy parecido cuando fui niña.
    Me ha encantado, y ha sido un placer pasar por tu bonito espacio.
    Gracias por compartir tus lindas letras.
    Te dejo mi un beso, mi gratitud por tu visita y mi estima.
    Se muy muy feliz.

    ResponderEliminar
  16. Preciosa historia y es que no hay nada cómo la seguridad del hogar y la familia.Besicos

    ResponderEliminar